Auguste Piccard diseñó un batiscafo con el que llegar a miles de metros de profundidad en el océano. Su hijo Jacques lo condujo, en enero de 1960, hasta el mismo fondo del mundo, el Abismo Challenger, a -11.000 metros.
Soportaron una presión de 1.100 kg. por cada centímetro cuadrado de la nave y pudieron comprobar que en esas profundidades de oscuridad absoluta también hay vida.
Texto completo en la sección Efemérides de enero de la edición 168 de la revista Acusub: Acusub 168
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