miércoles, 11 de septiembre de 2019

Los barcos de la sal


La sal, además de ser un condimento alimenticio, es un conservante, curte carnes, pescados y verduras y permite su conservación durante mucho tiempo. Esas propiedades la convirtieron en un elemento muy valioso, de precio elevado y cuyo comercio existió en todas las épocas.
 
Muchos pueblos pesqueros han realizado tradicionalmente labores de conserva en sal con una parte de la pesca, para poder disponer de alimentos fuera de temporada o para comerciar con otros pueblos.

Sin embargo, la mayoría no tenían ni el clima ni el espacio adecuado para poder obtener directamente la sal de su costa. Y nació el comercio de la sal. Las salinas de Alicante e Ibiza abastecían a todos los pueblos costeros que tuvieran industrias de conserva o salazón.  Y desde esos puntos se redistribuía a los pueblos de interior.

Los barcos de la sal de las salinas de Torrevieja (Alicante) llegaban todos los años a la costa cantábrica. Arribaban a Santoña con toneladas de sal a granel en las bodegas, que eran descargados en los muelles mediante poleas y calderos con capacidad de 500 kg. Era una maniobra arriesgada, porque si la sal no había quedado repartida uniformemente dentro del caldero, éste podía desequilibrarse y volcar, provocando accidentes.

La sal era transportada en carros tirados por caballos hasta las fábricas de anchoa. Transportaban dos tipos de sal: gruesa, para la preparación de la salmuera, y fina, para la salazón. 

Texto completo en la sección Cajón de Buzo de la edición 198 de la revista Acusub. Para descargarla libremente: Acusub 198



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