Cuando las palmeras de las islas
Seychelles se ponían coquetas, fabricaban cocos con formas de anatomía femenina
y flores con formas fálicas. Esos cocos caían al mar y llegaban a las islas
Maldivas. Los pescadores, que no sabían de dónde venían, los llamaban cocos de mar. Fueron un codiciado remedio de medicina
oriental y un objeto de lujo. Hoy están en peligro de extinción.

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