martes, 8 de agosto de 2023

Arapaima, el pez que respira fuera del agua

Las aguas del Amazonas albergan, entre sus muchas singularidades, la vida del arapaima, pirarucú o paiche (Arapaima gigas), un auténtico fósil viviente, del que se han encontrado restos en el yacimiento de Villavieja en Colombia, datado en el Mioceno (hace 23 millones de años).

Con sus tres metros de longitud es el segundo pez de agua dulce más grande del mundo, superado únicamente por el esturión beluga (Huso huso). Puede llegar a pesar 250 kilos y tiene dientes en dos filas irregulares. Siempre ha sido muy apreciado como alimento porque su metabolismo le permite aumentar unos 10 kilos de peso por año y sobrevive en aguas poco oxigenadas.

Es un pez emblemático en las culturas indígenas de la cuenca del Amazonas, sobre todo los denis (con 600 tribus), para los que es un ser totémico, que siempre se ha capturado con arpón utilizando una técnica difícil que se aprende desde la infancia.

Un pulmón

El arapaima vive entre las raíces de los árboles, en zonas cuyo nivel de agua varía considerablemente desde estar casi seco hasta subir varios metros después del deshielo de los Andes o las grandes lluvias. En temporada de nivel bajo se entierra en el fango con la cabeza fuera. Se alimenta de peces y de pequeños animales terrestres que caen al cauce. Excepcionalmente, puede cazarlos saltando fuera del agua. 

Esas condiciones de vida son las que le llevaron, tras un largo proceso de evolución, a desarrollar un pulmón que le permite respirar aire (boqueando con la cabeza fuera del agua), ya que el oxígeno que obtenían sus branquias es insuficiente. Generalmente su respiración aérea le dura unos 15 minutos, aunque excepcionalmente puede llegar a los 40 minutos. Ese pulmón en realidad no es más que su vejiga natatoria muy desarrollada y vascularizada.

Incubación bucal y alevines en formación


Para depositar sus huevos construyen un nido de unos 50 cm. de diámetro y 15 cm. de profundidad en la época de nivel bajo del rio, entre febrero y abril. Después los incuban en la boca hasta que eclosionan, en la temporada de niveles altos de agua (mayo a agosto), lo que permite que los recién nacidos tengan mejor hábitat para crecer.

Ambos padres acompañan en todo momento a las crías y los conducen a lugares donde puedan alimentarse de pequeños invertebrados y plancton. Los alevines se colocan creando una especie de pared, todos en el mismo plano, nadando en la misma dirección. Hasta la madurez no son capaces de respirar aire.

A prueba de pirañas

Una de las características más curiosas de este pez es su buena flexibilidad combinada con una gran dureza, debido en buena parte a las grandes escamas que cubren su cuerpo y que le defienden de las mordeduras de las pirañas. Según la investigación de la Universidad de California, las escamas tienen una capa externa mineralizada y unida a la capa interna con colágeno. De hecho, es el mismo sistema de los chalecos antibalas, que alternan capas flexibles con capas duras. Pero en el caso del pez la unión de las dos capas se realiza a nivel atómico porque crecen juntas, formando una pieza sólida.

Medicina, alimento, herramienta, moda

De su esqueleto óseo, la parte más apreciada en las tradiciones sudamericanas es su lengua, que se utiliza (secada, rallada y combinada con corteza de guaraná) en infusión para tratar parásitos intestinales. También se usa, por su dureza, como lima para madera y herramienta de carpintero. Sus duras escamas se usan como limas de uñas. Su piel, fuerte y flexible, se utiliza para hacer botas. 

En peligro de extinción

El Arapaima fue capturado sin medida durante el s. XIX (golpeado cuando asoma para respirar) hasta el punto de colocarlo en riesgo de extinción. De hecho, hay lugares de la cuenca del rio donde había desaparecido. En 1999 quedaban sólo unos 2.500. El proyecto de pesca sostenible consiguió que en 2018 ya se censaran 190.000. Al ser apreciado para el consumo humano (un ejemplar adulto puede llegar a proporcionar 60 kg. de carne), se ha introducido en los ríos de Tailandia y Malasia.


Dado que la mayor parte del cauce del rio atraviesa Brasil, la Agencia de Protección Medioambiental de ese país ha ordenado que sólo se le pueda pescar en una única temporada al año, lo que ha permitido que la especie se vaya recuperando hasta una cierta normalidad, hasta el punto de figurar en las cartas de los restaurantes de la zona.

Ese “milagro” se basa en las comunidades indígenas, muy implicadas en la salud del rio que forma parte de su vida y su cultura ancestral. La agencia AFP ha publicado las declaraciones de los chefs de los grandes restaurantes de la zona  que reconocen que “lo que están haciendo los pobladores locales por el Amazonas no tiene precio. Sin ellos no quedaría nada”. Presente en sus cartas, su carne blanco-rosada, firme y sin espinas, aseguran que se asemeja a los peces blancos de mar, como el abadejo o el bacalao.

La comercialización de su pesca sostenible por parte de los nativos denis les ha permitido mejorar su calidad de vida y disponer de recursos para llevar a sus enfermos a los hospitales de Manaos.

Originalmente se le capturaba con arpones, después con redes, que mermaron notablemente su población. Siempre ha sido muy buscado porque su carne alcanzaba altos precios en los mercados locales, por lo que actualmente se le cultiva en instalaciones de acuicultura, lo que ha disminuido la presión sobre la población salvaje.

--Este reportaje fue publicado en la edición 205 de la revista digital Acusub, dentro de la sección Cajón de Buzo. Para descargarla libremente: Acusub 205


No hay comentarios:

Publicar un comentario